martes, 2 de septiembre de 2008

¿Balanza de valoraciones?

Hay veces que uno tiene como ganas de hacerles pruebas a las personas, como si fueran un aparato. ¿Nunca les pasó? A mí sí. En una oportunidad quise comparar a dos personas, léase incomparables.
Tuve la necesidad de buscar en qué se podían comparar reacciones entre ellos dos. Esto es lo que hice:
- Les dí a los dos algo que resultara significativo (con lo cual reaccionarían, los dos de distinta manera porque obviamente, tienen personalidades distintas).
- Los dos lo tomaron, lo miraron, y observé que uno de ellos le prestó más atención que el otro. Así me parecía que iba a ser.
- Uno de ellos lo revisó de forma rápida, mientras el otro se tomó su tiempo y observó el objeto en cuestión con cuidado. Repito, era algo creado por mí, y muy valioso para quien tuviera el sentido común de una persona enamorada.
- Al momento de finalizar, uno de ellos levantó su cabeza y me dijo "Gracias, es muy lindo". El otro, raramente no dijo nada. Pensé entonces en las anteriores reacciones de los dos. Y había algo que no coordinaba en ese silencio. Entonces volví a mirarlo y de nuevo estaba observando el objeto. Cuando, una vez más terminó, se volvió sin decir ni una palabra. Entonces yo me cercioré de que algo salía mal. Quien más amor había demostrado, ahora simplemente no estaba demostrando nada.
Cuando creí que todo iba a quedar así, él levantó su cabeza y me miró. Lo miré y entendí todo. Todo lo que ese objeto de valor le había transmitido, hizo que permaneciera callado y que sus ojos comenzaran a expresarse. Tenía la mirada cristalina y estaba a punto de llorar.

Entendí entonces que el silencio no siempre demuestra la frialdad, y que la sensibilidad es la expresión más fragil del valor. Contradictorio, ¿no? Pero muy cierto. Y lo comprobé por mis propios medios.

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